Sinopsis
Esta edición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha ha sido adaptada para uso escolar por la Real Academia Española.
Con ese objeto, y a fin de facilitar una lectura sin interrupciones de la trama principal de la novela cervantina, se han retirado del texto original algunos obstáculos y digresiones que podrían dificultar aquella. Esa labor de poda, muy prudente y calculada, dedica especial atención a la limpieza de los puntos de sutura de los párrafos eliminados, para que su ausencia no se advierta en una lectura convencional. Esto incluye la remuneración y refundición de algunos capítulos, que en su mayor parte conservan el título del episodio original al que pertenecen. En cada caso se ha procurado respetar al máximo la integridad del texto, los episodios fundamentales, el tono y la estructura general de la obra. Todo ello convierte esta edición en una eficaz herramienta docente, y también en un texto de fácil acceso para toda clase de lectores.
Como indica en el prólogo Arturo Pérez-Reverte, académico encargado de la adaptación del texto, «la presente edición sigue con fidelidad extrema el texto original utilizado, que es el de la magnífica edición impresa por Ibarra y publicada por la Real Academia española en 1780, obra magna y orgullo de esta institución».
El secretario de la Academia, Darío Villanueva, explica que «aparte del tratamiento especial y novedoso que se ha dado a las ilustraciones, y el rigor filológico con que se ha operado a la hora de actualizar la lengua de El Quijote sin desnaturalizarla ni empobrecerla, es destacable el trabajo de adaptación conforme a las exigencias de la más pura narrativa, que un novelista de tan reconocida maestría como Arturo Pérez-Reverte domina, para casar del modo más efectivo las fábulas novelísticas con el entendimiento de sus lectores, para facilitar los imposibles, allanar las desmesuras y suspender los ánimos, todo con el sano propósito de admirarnos, alborozarnos y entretenernos».
En su prólogo a esta edición, Darío Villanueva recuerda asimismo que la Real Academia Española salda de este modo una antigua cuenta pendiente: el encargo recibido mediante una Real Orden de 12 de octubre de 1912, que confiaba a la corporación «la dirección de dos ediciones del Quijote, una de carácter popular y escolar [la que se presenta aquí] y otra crítica y erudita». Esta última se publicó en 2004, a cargo del académico Francisco Rico.
El "reencuentro" con el Quijote ha sido una experiencia muy gratificante. Después de algunas lecturas de versiones infantiles de antaño, de análisis de clases de literatura, de teatro, de cine, todos creemos conocer al Quijote de alguna manera. Sin embargo, creí necesario después de tantos años y gracias a la versión "revisada" o "podada" o como quiera que la llamemos de Arturo Pérez Reverte (con aprobación de la Real Academia Española de la lengua) darle otra mirada a esta obra maestra de la literatura en español. No se debate, ni debe haber la menor duda, que la obra original sea mejor, aunque el lenguaje haya cambiado (para eso se hicieron las notas de pie de página), sea demasiado largo o cualquier otra excusa. No tengo el conocimiento, ni estoy en posición de hacer una comparación. La verdad es que incluso esta versión fue una lectura para mí más lenta que mis lecturas normales (tal vez por saber del tema de antemano). Pero sin lugar a dudas, una gran experiencia. He leído que para el gran maestro Cervantes, el principal objetivo de su obra era divertir al lector. Disfrute sobremanera no sólo las disparatadas aventuras sino el "ciclón" de refranes en boca de Sancho que aún sobreviven desde 1605 en nuestra lengua de hoy y por su puesto el lenguaje característico de la época. Tengo ahora una visión más viva, más clara de tan venerada obra literaria, considerada por algunos el mejor trabajo literario jamás escrito.
Maravillosa historia burlesca, una sátira a los libros de caballería de la época. La historia narra las aventuras de su héroe, Don Quijote de la Mancha, conocido también como el Caballero de la Triste Figura, que trastocado por leer tantos libros de caballería decide salir de su aldea (montado en Rocinante), casi al final de sus días en busca de ideales más nobles y su consecuente fama —quizá con el fin de transcender— en compañía de su fiel escudero Sancho Panza (montado en su jumento rucio). Los ideales de Don Quijote siempre chocan con la dura realidad (y las burlas de muchos) y su fiel consejero, que sí advertía la realidad, trata de aconsejar a su amo y mantener la cordura y sensatez, y sobre todo salir de todas con vida. Don Quijote confundía a arrieros y carreteros con hombres armados, casas con castillos, molinos con gigantes, manadas de cabras y ovejas con grandes ejércitos, mozas humildes con doncellas y venteros con grandes señores. Y así iban los dos amigos, Don Quijote siempre enamorado de Dulcinea del Toboso, la inventada, la inalcanzable y Sancho, por su parte, con la esperanza de gobernar algún día una ínsula prometida por los delirios de su amo, en busca de hazañas dignas de un hidalgo caballero y un fiel escudero. Al pasar de tantas aventuras, cada nueva casi más descabellada que la anterior, ocurre lo que se conoce como la “quijotización” de Sancho y la “sanchificación” del Quijote. Una transformación del idealismo al realismo que culmina al fin de la aventura con el retorno a la razón para ambos en su propia aldea y con la muerte del más sensato de todos los héroes, Don Alonso Quijano, el Bueno.
Maravillosa historia burlesca, una sátira a los libros de caballería de la época. La historia narra las aventuras de su héroe, Don Quijote de la Mancha, conocido también como el Caballero de la Triste Figura, que trastocado por leer tantos libros de caballería decide salir de su aldea (montado en Rocinante), casi al final de sus días en busca de ideales más nobles y su consecuente fama —quizá con el fin de transcender— en compañía de su fiel escudero Sancho Panza (montado en su jumento rucio). Los ideales de Don Quijote siempre chocan con la dura realidad (y las burlas de muchos) y su fiel consejero, que sí advertía la realidad, trata de aconsejar a su amo y mantener la cordura y sensatez, y sobre todo salir de todas con vida. Don Quijote confundía a arrieros y carreteros con hombres armados, casas con castillos, molinos con gigantes, manadas de cabras y ovejas con grandes ejércitos, mozas humildes con doncellas y venteros con grandes señores. Y así iban los dos amigos, Don Quijote siempre enamorado de Dulcinea del Toboso, la inventada, la inalcanzable y Sancho, por su parte, con la esperanza de gobernar algún día una ínsula prometida por los delirios de su amo, en busca de hazañas dignas de un hidalgo caballero y un fiel escudero. Al pasar de tantas aventuras, cada nueva casi más descabellada que la anterior, ocurre lo que se conoce como la “quijotización” de Sancho y la “sanchificación” del Quijote. Una transformación del idealismo al realismo que culmina al fin de la aventura con el retorno a la razón para ambos en su propia aldea y con la muerte del más sensato de todos los héroes, Don Alonso Quijano, el Bueno.
Mi puntuación (1-5):
Es considerado la máxima figura de la literatura española y es universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. Se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios».
Hacia 1551, Rodrigo de Cervantes se trasladó con su familia a Valladolid. Por deudas, estuvo preso varios meses y sus bienes fueron embargados. En 1556 se dirigió a Córdoba para recoger la herencia de Juan de Cervantes, abuelo del escritor, y huir de los acreedores.
No existen datos precisos sobre los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que, sin duda, no llegaron a ser universitarios. Parece ser que pudo haber estudiado en Valladolid, Córdoba o Sevilla. También es posible que estudiara en la Compañía de Jesús, ya que en la novela El coloquio de los perros elabora una descripción de un colegio de jesuitas que parece una alusión a su vida estudiantil.
En 1566 se establece en Madrid. Asiste al Estudio de la Villa, regentado por el catedrático de gramática Juan López de Hoyos, quien en 1569 publicó un libro sobre la enfermedad y muerte de la reina doña Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. López de Hoyos incluye en ese libro dos poesías de Cervantes, nuestro caro y amado discípulo. Esas son sus primeras manifestaciones literarias. En estos años Cervantes se aficionó al teatro viendo las representaciones de Lope de Rueda y, según declara en la segunda parte del Quijote, al parecer por boca del personaje principal, «se le iban los ojos tras la farándula»
Se ha conservado una providencia de Felipe II que data de 1569, donde manda prender a Miguel de Cervantes, acusado de herir en un duelo a un tal Antonio Sigura, maestro de obras. Si se tratara realmente de Cervantes, ése podría ser el motivo que le hizo pasar a Italia. Llegó a Roma en diciembre del mismo año. Allí leyó los poemas caballerescos de Ludovico Ariosto y los Diálogos de amor del judío sefardita León Hebreo (Yehuda Abrabanel), de inspiración neoplatónica, que influirán sobre su idea del amor. Cervantes se imbuye del estilo y del arte italianos, y guardará siempre un gratísimo recuerdo de aquellos estados, que aparece, por ejemplo, en El licenciado Vidriera, una de sus Novelas ejemplares, y se deja sentir en diversas alusiones de sus otras obras.
Se pone al servicio de Giulio Acquaviva, que será cardenal en 1570, y a quien, probablemente, conoció en Madrid. Le siguió por Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara. Pronto lo dejará para ocupar la plaza de soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Moncada. Embarcó en la galera Marquesa. El 7 de octubre de 1571 participó en la batalla de Lepanto, «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros», formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria, «hijo del rayo de la guerra Carlos V, de felice memoria», y hermanastro del rey, y donde participaba uno de los más famosos marinos de la época, el marqués de Santa Cruz, que residía en La Mancha, en Viso del Marqués.
Cuando se reconoció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedó abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrecentó y le dio cuatro ducados más de su paga... De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano.
De ahí procede el apodo de Manco de Lepanto. La mano izquierda no le fue cortada, sino que se le anquilosó al perder el movimiento de ella cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio. Aquellas heridas no debieron ser demasiado graves, pues, tras seis meses de permanencia en un hospital de Messina, Cervantes reanudó su vida militar, en 1572. Tomó parte en las expediciones navales de Navarino (1572), Corfú, Bizerta y Túnez (1573). En todas ellas bajo el mando del capitán Manuel Ponce de León y en el tercio de Lope de Figueroa, que aparece en El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca.
Cervantes muere en Madrid a la edad de 68 años de diabetes, en la conocida Casa de Cervantes, situada en la esquina entre la calle León y la calle Francos, en el ya citado barrio de las Letras o barrio de las Musas, en el entorno del conocido Madrid de los Austrias. Cervantes deseó ser enterrado en la iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas, en el mismo barrio, ya que cuando fue llevado preso en Argel, la congregación de los trinitarios ayudó, hicieron de intermediarios y recogieron fondos para que él y su hermano Rodrigo fueran liberados.
El convento actual fue construido en distintas fases. En el momento en que Cervantes fue enterrado allí, el convento tenía una capilla pequeña con acceso por la calle Huertas, pero posteriormente fue edificada una iglesia mayor en el mismo sitio y se trasladó a este nuevo templo a las personas que se encontraban enterradas en el anterior. El cuerpo de Cervantes también fue trasladado pero se desconoce el lugar exacto en el que se encuentra. En julio de 2011, una serie de investigadores españoles se propusieron encontrar los restos de Cervantes explorando las diferentes partes del convento, de 3000 metros cuadrados, para investigar mejor su aspecto físico y las causas de su muerte.
Fuente: Wikipedia
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