Tuesday, January 17, 2017

El árbol de la ciencia




Sinopsis


Publicada en 1911, El árbol de la ciencia (para el propio Pio Baroja) «el libro más acabado y completo de todos los míos») es la obra en la que la técnica narrativa del novelista --el gusto por la sucesión interrumpida de acontecimientos, la abundancia de personajes secundarios, la hábil articulación de situaciones críticas, el impresionismo descriptivo, el rápido trazo de caracteres-- alcanza su mayor eficacia, así como aquella en que, en palabras de Azorín, se halla «mejor que en ningún otro libro el espíritu de Baroja».

Pio Baroja, El árbol de la ciencia (Biblioteca de autor Alianza Nacional, Madrid, España - Primera edición 1911, actual edición 2008) 255 páginas.


Opinión personal

El árbol de la ciencia de Pío Baroja narra la vida de Andrés Hurtado, su protagonista, que se inicia como estudiante de medicina en Madrid y nos describe su entorno, su familia, la pérdida de su hermano, su experiencia como médico rural y sus apreciaciones sobre la sociedad de la época de finales de los años 1800. Una dura crítica a la sociedad, a su modo de ver, marcada por la desigualdad de clases: burgueses superficiales y sin escrúpulos; y pobres ignorantes y ruines. Ambos merecedores de deprecio. 

Hurtado es un hombre un tanto desubicado, solitario y apesadumbrado que divaga por la vida. Sus reflexiones filosóficas (sus charlas con el tío Iturrioz) e intelectualismo exacerban su miseria y empañan su destino. Es la maldición de aquellos que se han refugiado bajo el árbol de la ciencia, que ven la luz de la verdad y entienden el cinismo, la incongruencia y lo fugaz de la vida que no tiene sentido y que no vale la pena vivir; mucho menos propagarla (traer hijos al mundo). Hurtado encuentra al final de sus días un oasis a tanto desencanto en su relación con Lulú, pero es efímero y de manera un tanto melodramática concluye de forma abrupta, pero esperada.

La novela está muy bien organizada y la trama y el desarrollo de los personajes progresan de forma lineal. Sus muchos personajes secundarios la enriquecen y la prosa del autor es sencilla, amena y cautiva al lector.



Mi puntuación (1-5):


  


Sobre el autor:




Pío Baroja y Nessi (San Sebastián, 28 de diciembre de 1872-Madrid, 30 de octubre de 1956) fue un escritor español de la llamada Generación del 98, hermano del también escritor y pintor Ricardo Baroja y tío del antropólogo Julio Caro Baroja y del director de cine y guionista Pío Caro Baroja.

Pío Baroja creció en el seno de una familia acomodada de San Sebastián, relacionada con el periodismo y los negocios de imprenta. Su bisabuelo paterno, el alavés Rafael Baroja, fue un boticario que se fue a vivir a Oyarzun e imprimió el periódico La Papeleta de Oyarzun y otros textos (proclamas, bandos, cartillas y ordenanzas de franceses y españoles) durante la Guerra de la Independencia. Allí se casó con la hermana de otro farmacéutico apellidado Arrieta y, ayudado por sus hijos, trasladó la imprenta a San Sebastián y editó además El Liberal Guipuzcoano y algunos números de La Gaceta de Bayona que dirigía el famoso periodista y escritor Sebastián de Miñano desde Francia.

La afición por la literatura que le surgió en su adolescencia se ve incrementada ahora en las largas estancias tras el mostrador de la panadería, en las que lee con avidez filosofía alemana, desde Inmanuel Kant a Arthur Schopenhauer, decantándose finalmente por el pesimismo de este último. Su culto amigo suizo, el traductor e hispanista Paul Schmitz, lo introduciría más tarde en la filosofía de Nietzsche. Baroja fue así acercándose cada vez más al mundillo literario. Estrechó una especial amistad con el anarquista José Martínez Ruiz, más conocido como Azorín. De igual manera cultivó la amistad de Maeztu. Con él y Azorín formaron durante un breve período el Grupo de los Tres. En 1898 el animador de círculos literarios Luis Ruiz Contreras lo visita repetidas veces para que escriba en Revista Nueva, de la que Baroja, tras escribir algunos artículos, acaba renegando.

Su principal aporte a la literatura, como él mismo confiesa en Desde la última vuelta del camino (sus memorias compendiadas, Ed. Tusquets, 2006), es la observación y valoración objetiva, documental y psicológica de la realidad que le rodeó. Tenía conciencia de ser persona dotada de una especial agudeza psicológica a la hora de conocer a las personas; es un mito su pretendida misoginia, habiendo descrito numerosos personajes femeninos encantadores o sin denigración alguna hacia éstos, más bien al contrario, se mostró un observador imparcial de la mujer con sus virtudes y defectos y creó entrañables caracteres femeninos como el de Lulú en El árbol de la ciencia. Por demás, en su descripción de los personajes asoman a veces ciertos prejuicios raciales derivados de sus lecturas como médico de las teorías frenológicas de Cesare Lombroso, con cierto toque antropológico que derivaba de sus conversaciones con su propio sobrino, el antropólogo Julio Caro Baroja, quien fue en su juventud ayudante suyo y residió largas temporadas en Itzea.

En sus novelas reflejó una original filosofía realista, producto de la observación psicológica y objetiva («Ver en lo que es», como decía Stendhal, a quien cita en Juventud, egolatría, junto a Dostoievski como una de sus fuentes a la hora de diseñar psicologías), impregnada además con el profundo pesimismo de Arthur Schopenhauer, pero que predicaba en alguna forma una especie de redención por la acción, en la línea de Friedrich Nietzsche: de ahí los personajes aventureros y vitalistas que inundan la mayor parte de sus novelas, pero también los más escasos abúlicos y desengañados, como el Andrés Hurtado de El árbol de la ciencia o el Fernando Ossorio de Camino de perfección (pasión mística), dos de sus novelas más acabadas. Fuera de esto, su mundo literario bebió de las numerosas lecturas de folletines y libros decimonónicos de aventuras que marcaron profundamente su juventud en el Madrid bohemio y de género chico de comienzos de siglo XX.



Fuente: Wikipedia