Muerte súbita se vale de todas las armas de la escritura literaria para dibujar un momento deslumbrante y atroz en la historia del mundo que sólo puede ser representado mediante la más venerable y maltratada de las tecnologías, el artefacto cuya regla de oro es que no tiene reglas: Su Majestad la novela. Y estamos ante una novela realmente majestuosa, de enrome ambición y gran calidad literaria.
Álvaro Enrigue, Muerte súbita, (Anagrama, Narrativas hispánicas, Barcelona, 2013) 258 páginas.
Muerte súbita es novela sobre política, economía, arte y sexo. Sus capítulos son muy breves y entre partido y partido el autor entrelaza otras líneas narrativas que tratan temas desde la llegada de Cortés a México y sus relaciones con Malinche, hasta los conflictos entre los reyes y los corruptos papas de la época. Sus textos son una mezcla interesantísima de reflexiones personales sobre crítica literaria e histórica. Una voz narrativa singular que reúne datos, reflexiona e inventa escenarios que comunican el correr del tiempo desde la irrupción de Europa en América, la revolución del arte de Caravaggio en Europa y la penetración y admiración del arte indígena de Huanintizin y su mitra de plumas.
Resalta en esta lectura el manejo magistral de tiempo en la novela, como el del vaivén de la pelota en juego, la información de datos históricos y la creación de personajes memorables que lejos de ser perfectos, batallan entre sí, beben en exceso y se relacionan con un erotismo un tanto pornográfico en una época cruel, de pesimismo y cambio. Es la prosa de un autor creativo, informado e inteligente.
Mi puntuación (1-5):
Resalta en esta lectura el manejo magistral de tiempo en la novela, como el del vaivén de la pelota en juego, la información de datos históricos y la creación de personajes memorables que lejos de ser perfectos, batallan entre sí, beben en exceso y se relacionan con un erotismo un tanto pornográfico en una época cruel, de pesimismo y cambio. Es la prosa de un autor creativo, informado e inteligente.
Hijo de Jorge Enrigue, abogado jalisciense de antigua ascendencia extremeña, y de María Luisa Soler, química de profesión, refugiada republicana barcelonesa, fue el menor de cuatro hermanos (entre ellos el también escritor Jordi Soler). Poco después de su nacimiento, la familia emigró, por cuestiones laborales del padre, a la ciudad de México.
Estudió la licenciatura en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, donde después trabajó como profesor de literatura.
Muy joven, comenzó su carrera como editor y columnista en distintas revistas culturales, entre ellas Vuelta, fundada y dirigida por Octavio Paz, y más tarde Letras Libres. Posteriormente, fue editor del Fondo de Cultura Económica y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA).
Su primer libro, La muerte de un instalador, fue publicado en 1996, cuando contaba con veintisiete años.
A la par de su labor como escritor, se ha desempeñado como profesor de escritura creativa en varias universidades de los Estados Unidos, como la de Columbia, Princeton y Maryland; en esta última realizó igualmente un doctorado en letras latinoamericanas.
Su obra ha sido traducida, entre otras lenguas, al inglés, alemán, francés y checo.
Actualmente, está casado con la ensayista y novelista Valeria Luiselli.
Fuente: Wikipedia
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