Monday, August 24, 2015

Tristana




Sinopsis

Al morir su madre, Tristana es confiada a don Lope, un don Juan en declive, incapaz de aceptar su caducidad como seductor. Si bien don Lope se interesará por la joven, ella se enamorará de Horacio, un pintor que le corresponde; sin embargo, la súbita partida de éste enfriará la relación y, para colmo, una enfermedad caerá sobre Tristana y forzará el amputamiento de su pierna.

Benito Pérez Galdós, Tristana (Alianza Editorial, Madrid, España, diciembre de 1997- Primera edición, 1892) 235 páginas.


Opinión personal

Tristana de Benito Pérez Galdós es la historia trágica de una mujer, una alma noble, pero débil. La bella cautiva está llena de sueños que aunque poco definidos y constantes la colocan fuera de su época; precursora de pensamientos feministas en una tiempo de poca esperanza para el equilibrio social y los derechos de la mujer. Tirstana es casi un objeto, una muñeca, creada a la imagen de una dama japonesa educada para complacer al varón.

La novela relata la vida de tres personajes principales y como la enfermedad de Tristana cambia sus destinos. Primero, el autor nos presenta a Don Lope Garrido a quien pinta como un personaje quijotesco, bueno, pero no del todo, noble de corazón, pero seductor de mujeres. Carcelero y ladrón de inocencia. Al final, viejo y deteriorado es un remedo de lo que fue en su juventud y sucumbe a sus propias patrañas.

El segundo personaje es Tristana de Reluz, la inocente engañada, ansiosa de libertad, enamorada del amor, tentada por el conocimiento, ilusa y voluble, quizá. Al final es víctima de un revés del destino injusto y trágico.

Horacio Díaz, el tercer personaje de importancia, es el galán joven que ha cautivado el corazón de Tristana. Un hombre con sus propios meritos, pintor y emprendedor, pero que al final termina siendo más una invención que un personaje real para Tristana.

La enfermedad de Tristana y la pérdida de su pierna, trunca literalmente el destino de todos. No sólo cambia la historia de amor, sino que frustra sus aspiraciones. Don Lope encuentra un nuevo propósito para su existencia y su rápida decadencia, Horacio vuela y encuentra otro destino. Tristana como una pájaro enjaulado al que le han cortado las alas (en este caso la pierna), encuentra la libertad en un destino confuso, sombrío y cambiante (rezandera solitaria) donde no ve realizado ninguno de sus ideales.

La narración es en tercera persona y es espontánea, sencilla y ágil. Los personajes se expresan de acuerdo a su nivel social, así que hay matices de lo culto y lo vulgar (sirvienta). La novela tiene elementos de lo irónico y lo inverosímil que mantienen el interés del lector.




Mi puntuación (1-5):

 

    

Sobre el autor:




Benito María de los Dolores Pérez Galdós  (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843 - Madrid, 4 de enero de 1920), conocido como Benito Pérez Galdós, fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español.

Se le considera uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX en España y un narrador capital en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser reconocido por muchos como el mayor novelista español después de Cervantes.

Galdós transformó el panorama novelesco español de la época, apartándose de la corriente romanticista en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con "su intuición serena, profunda y total de la realidad", se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, "artísticamente transformado". De ahí que "desde Lope ningún escritor fue tan popular, ninguno tan universal desde Cervantes".

Pérez Galdós fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar nominado al Premio Nobel en 1912. Mostró también afición a la política e incluso fue elegido diputado en varias ocasiones por distintas circunscripciones.
Benito Pérez Galdós solía llevar una vida cómoda, viviendo primero con dos de sus hermanas y luego en casa de su sobrino, José Hurtado de Mendoza.

En la ciudad, se levantaba con el sol y escribía regularmente hasta las diez de la mañana a lápiz, porque la pluma le hacía perder el tiempo. Después salía a pasear por Madrid a espiar conversaciones ajenas (de ahí la enorme frescura y variedad de sus diálogos) y a observar detalles para sus novelas. No bebía, pero fumaba sin cesar cigarros de hoja. A primera tarde leía en español, inglés o francés; prefería los clásicos ingleses, castellanos y griegos, en particular Shakespeare, Dickens, Cervantes, Lope de Vega y Eurípides, a los que se conocía al dedillo. En su madurez empezó a frecuentar a León Tolstói. Después volvía a sus paseos, salvo que hubiera un concierto, pues adoraba la música y durante mucho tiempo hizo crítica musical. Se acostaba temprano y casi nunca iba al teatro. Cada trimestre acuñaba un volumen de trescientas páginas.

Desde la óptica de un Ramón Pérez de Ayala Galdós era descuidado en el vestir, usando tonos sombríos para pasar desapercibido. En invierno era habitual verle llevando enrollada al cuello una bufanda de lana blanca, con un cabo colgando del pecho y otro a la espalda, un puro a medio fumar en la mano y, ya sentado, completaba la estampa tópica su perro alsaciano junto a él. Tenía por costumbre llevar el pelo cortado "al rape" y, al parecer, padecía fuertes migrañas.

La vida sentimental de Galdós, que el escritor conservó celosamente en secreto,nota 4 tardó en ser estudiada con cierto método. Hubo que esperar a que en 1948, el hispanista lituano establecido en Estados Unidos, Chonon Berkowitz, publicase su estudio biográfico titulado Pérez Galdós. Spanish Liberal Crusader (1843-1920).

Galdós permaneció soltero hasta su muerte. Algunos amigos y contemporáneos dejaron noticia de su debilidad por las relaciones con profesionales, aunque no se ha podido demostrar cuánto haya de mito y exageración en ello. Se le conoce una hija natural, María Galdós Cobián, nacida en 1891 de Lorenza Cobián.

En el último periodo de su vida, Galdós repartió su tiempo entre los compromisos políticos y la actividad como dramaturgo. Sus últimos años estuvieron marcados de modo progresivo por la perdida de la visión y las consecuencias de sus descuidos económicos y tendencia a endeudarse de forma continua, aspectos íntimos que el entonces joven periodista Ramón Pérez de Ayala, aprovechándose de su interesada amistad con el viejo escritor, recogió más tarde en sus Divagaciones literarias.

El 20 de enero de 1919 se descubrió en el Parque del Retiro de Madrid una escultura erigida por suscripción pública. Por razón de su ceguera, Galdós pidió ser alzado para palpar la obra y lloró emocionado al comprobar la fidelidad de la obra que un joven y casi novel Victorio Macho había esculpido sin cobrar su trabajo. Un año más tarde, Benito Pérez Galdós, cronista de España por designación del pueblo soberano, murió en su casa de la calle Hilarión Eslava de Madrid, en la madrugada del 4 de enero de 1920. El día de su entierro, unos 30.000 ciudadanos acompañaron su ataúd hasta el cementerio de la Almudena.



Fuente: Wikipedia

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