1907. León, Nicaragua. Durante un homenaje que le rinde la ciudad natal, Rubén Darío escribe en el abanico de una niña, uno de sus más hermosos poemas: "Margarita, está linda la mar...".
1956. En un café de León una tertulia se reúne desde hace años, dedicada, entre otras cosas, a la rigurosa reconstrucción de la leyenda del poeta. Pero también a conspirar. Anastasio Somoza visita la ciudad en compañía de su esposa, doña Salvadorita. Está previsto un banquete de pompa y boato. Habrá un atentado contra la vida del tirano, y aquella niña del abanico, medio siglo más tarde, no será ajena a los hechos.
Sergio Ramírez, Margarita, está linda lamar (Alfaguara, Santillana Ediciones Generales - Madrid,España 1998) 373 páginas.
Opinión personal
1956. En un café de León una tertulia se reúne desde hace años, dedicada, entre otras cosas, a la rigurosa reconstrucción de la leyenda del poeta. Pero también a conspirar. Anastasio Somoza visita la ciudad en compañía de su esposa, doña Salvadorita. Está previsto un banquete de pompa y boato. Habrá un atentado contra la vida del tirano, y aquella niña del abanico, medio siglo más tarde, no será ajena a los hechos.
Sergio Ramírez, Margarita, está linda lamar (Alfaguara, Santillana Ediciones Generales - Madrid,España 1998) 373 páginas.
Margarita, está linda la mar de Sergio Ramírez conecta dos momentos importantes en la historia de Nicaragua: el regreso de Rubén Darío de Europa a su tierra natal y el asesinato, muchos años después, de Anastasio Somoza a manos de Rigoberto López Pérez, el poeta. La novela es una mezcla fascinante de personajes reales y míticos donde parecen borrarse los límites entre la historia y la ficción.
El autor desmitifica al príncipe de las letras castellanas y nos los presenta no sólo como un hombre admirado por su talento sino un hombre cuyo alcoholismo lo lleva a una muerta prematura y algo patética. El bardo es víctima de las manipulaciones de los que se llamaban sus amigos, de problemas económicos, del asedio de su "esposa" y hasta llegan a cuestionar su virilidad. Culmina después de su muerte en una lucha (entre triste y cómica) no sólo por su legado artístico sino por su cerebro (envasado en formol). Rubén Darío, es aún el héroe nacional, pero también era el hombre de carne y hueso, adicto, pobre y triste. Una figura (trágica) que cautivó al mundo entero con su talento y dejó una huella indeleble en el pueblo nicaragüense.
Por otra parte, el texto describe a Somoza como un hombre vil e inepto, un personaje casi burlesco, obeso, de prendas ceñidas y rodeado de mentecatos serviles protegidos por el imperio del norte y con licencia para aplastar al que se les interpusiera en su camino. Sin embargo, la novela se centra específicamente en la planificación de su asesinato (más que en las fechorías del dictador) y en los personajes con sus vidas trágicas y fantasiosas que se ven envueltos en el complot, y el precio que pagan por dar muerte a la autoridad. Incluso la descripción del atentado de Somoza es corta y hasta cómica. Sucede al son de la canción "La múcura" que el poeta Rigoberto baila al momento de ejecutar su plan con una pistola "prestada" y con una bala de plata inyectada de veneno. Elementos simbólicos que cautivan al lector.
Otros símbolos de la novela que caben mencionar, son los testículos de López Pérez (extraídos después de su muerte) y los testículos de Sandino, ambos de tamaño considerable y vinculados o directamente proporcionales a la valentía de sus dueños, así como el tamaño del cerebro de Darío que es proporcional a su inmensurable inteligencia.
Otro dato bonito para recordar es que todos los capítulos de la novela llevan por título un verso de Rubén Darío.
La lectura de la novela no es fácil, sobre todo al principio mientras el lector se acostumbra al cambio permanente (y caprichoso) de los tiempos entre el homenaje que el pueblo de León rinde a Rubén Darío y las reuniones donde se prepara el complot para asesinar al dictador Somoza. También se dificultar un poco debido a la multiplicidad de voces míticas y reales que se entrelazan en la narración, el uso del simbolismo, coloquialismo y en general el léxico riquísimo del autor. Razones mismas estas por las que su lectura resulta fascinante, atractiva, y una experiencia enriquecedora y muy entretenida.
Personajes para recordar:
La Caimana
Quirón
Rosario Murillo
Salvadora
Morales
Andrés Murillo
Eulalia
Sabio Debayle
Rigoberto López Pérez
Rubén Darío
Anastasio Somoza, padre (Tacho)
Luis Somoza, hijo (El Bueno)
Anastasio Somoza, hijo (Tachito, el Malo)
Mi puntuación (1-5):
El autor desmitifica al príncipe de las letras castellanas y nos los presenta no sólo como un hombre admirado por su talento sino un hombre cuyo alcoholismo lo lleva a una muerta prematura y algo patética. El bardo es víctima de las manipulaciones de los que se llamaban sus amigos, de problemas económicos, del asedio de su "esposa" y hasta llegan a cuestionar su virilidad. Culmina después de su muerte en una lucha (entre triste y cómica) no sólo por su legado artístico sino por su cerebro (envasado en formol). Rubén Darío, es aún el héroe nacional, pero también era el hombre de carne y hueso, adicto, pobre y triste. Una figura (trágica) que cautivó al mundo entero con su talento y dejó una huella indeleble en el pueblo nicaragüense.
Por otra parte, el texto describe a Somoza como un hombre vil e inepto, un personaje casi burlesco, obeso, de prendas ceñidas y rodeado de mentecatos serviles protegidos por el imperio del norte y con licencia para aplastar al que se les interpusiera en su camino. Sin embargo, la novela se centra específicamente en la planificación de su asesinato (más que en las fechorías del dictador) y en los personajes con sus vidas trágicas y fantasiosas que se ven envueltos en el complot, y el precio que pagan por dar muerte a la autoridad. Incluso la descripción del atentado de Somoza es corta y hasta cómica. Sucede al son de la canción "La múcura" que el poeta Rigoberto baila al momento de ejecutar su plan con una pistola "prestada" y con una bala de plata inyectada de veneno. Elementos simbólicos que cautivan al lector.
Otros símbolos de la novela que caben mencionar, son los testículos de López Pérez (extraídos después de su muerte) y los testículos de Sandino, ambos de tamaño considerable y vinculados o directamente proporcionales a la valentía de sus dueños, así como el tamaño del cerebro de Darío que es proporcional a su inmensurable inteligencia.
Otro dato bonito para recordar es que todos los capítulos de la novela llevan por título un verso de Rubén Darío.
La lectura de la novela no es fácil, sobre todo al principio mientras el lector se acostumbra al cambio permanente (y caprichoso) de los tiempos entre el homenaje que el pueblo de León rinde a Rubén Darío y las reuniones donde se prepara el complot para asesinar al dictador Somoza. También se dificultar un poco debido a la multiplicidad de voces míticas y reales que se entrelazan en la narración, el uso del simbolismo, coloquialismo y en general el léxico riquísimo del autor. Razones mismas estas por las que su lectura resulta fascinante, atractiva, y una experiencia enriquecedora y muy entretenida.
Personajes para recordar:
La Caimana
Quirón
Rosario Murillo
Salvadora
Morales
Andrés Murillo
Eulalia
Sabio Debayle
Rigoberto López Pérez
Rubén Darío
Anastasio Somoza, padre (Tacho)
Luis Somoza, hijo (El Bueno)
Anastasio Somoza, hijo (Tachito, el Malo)
Mi puntuación (1-5):
Sobre el autor:

A los 18 años fundó la revista experimental Ventana junto con Fernando Gordillo —escritor nicaragüense muerto prematuramente en 1967 el 27 de septiembre de 2001, a los 26 años—, con quien dirigió el movimiento literario Frente Ventana. En 1963 publicó su primer libro —Cuentos, Editorial Nicaragüense, Managua— y al año siguiente se graduó en Leyes por la Universidad Nacional Autónoma de León con "Medalla de Oro".
Se casó en 1964 con la socióloga Gertrudis Guerrero Mayorga; el matrimonio ha tenido tres hijos —Sergio, María y Dorel—, quienes les han dado seis nietos (Elianne, Carlos Fernando, Camila, Alejandro, Luciana, y Andrés).
Ese mismo año viaja a Costa Rica, donde viviría 14 años. Allí dirigió la revista Repertorio. Fue secretario general de la Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA), que entonces tenía su sede en ese país, en dos oportunidades: 1968 y 1976. Entre estos años estudia en Berlín de 1973 a 1975 gracias a una beca otorgada por el Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD). En 1978 fundó en San José la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).
Sergio Ramírez comenzó su carrera literaria como cuentista: su primer relato, El estudiante, lo publicó en 1960 en la revista Ventana, de León. Su primer libro, aparecido tres años más tarde, fue precisamente una recopilación de relatos, pero el siguiente, publicado en 1970, era ya una novela. A partir de entonces, ha ido alternando estos géneros con el ensayo y el periodismo. Su consagración internacional llegó en 1998 cuando ganó el Premio Alfaguara con su novela Margarita, está linda la mar.
Ramírez —que en 1990 fundó El Semanario, publicación que saldría en Managua a lo largo de diez años— es columnista de varios periódicos alrededor del mundo, entre ellos, El País, de Madrid; La Jornada, de México; El Nacional, de Caracas; El Tiempo, de Bogotá y La Opinión, de Los Ángeles; La Prensa y la revista Magazine en Nicaragua. Dirige la revista electrónica cultural centroamericana Carátula.
En 2011 publicó La fugitiva, basada en la vida de la escritora costarricense Yolanda Oreamuno (Amanda Solano en la novela), que nos es presentada a través de los recuerdos de tres amigas, personajes estos inspirados también en mujeres reales; así, el último relato es el de una cantante, Manuela Torres, que correspondería a Chavela Vargas; los otros dos, Gloria Tinoco y Marina Carmona, tienen como prototipos a Vera Tinoco Rodríguez, casada con un hijo del presidente de Costa Rica Rafael Yglesias Castro, y a la pedagoga y escritora Lilia Ramos Valverde (1903-1985), respectivamente.
Ha sido profesor en la Universidad de Maryland de 1999 al 2000 y en el 2001.
Fuente: Wikipedia